Esta bitácora es un sencillo reflejo de ideas, reflexiones y experiencias

miércoles, 30 de marzo de 2011

El ojo crítico

Siempre escucho este programa de radio nacional, hablan sobre cultura de una forma nada pedante, es un programa divertido, interesante y entretenido. Tienen una sección que es un taller literario, se habla sobre los diferentes recursos literarios que se deben incluir en un relato. El caso es que el otro dia me decidí a enviarles una creación, la hice en un segundo porque se me ocurrió la idea a partir de un recurso que explicaron en el programa, el de producir interés al fingir que no querías contarlo. Aquí va mi relato de no más de 200 palabras:

No sé si contarlo, es difícil de decidir, al poner las cosas por escrito aclaras la mente, pero también tus palabras quedan fijadas en el papel, expuestas a los ojos indiscretos. Algunas veces me pregunto por qué me relaja tanto escribir, este es el motivo de que me encuentre en esta disyuntiva.

Bueno, comencemos diciendo que él tenía cuerpo de gimnasta y que eso lo complicó todo, sus hombros eran anchísimos y su tripa plana y dura. Yo no fui la que comenzó, él se acercó a pedirme fuego, yo le recordé que ya no permitían que se fumara en los bares y, a continuación, me besó. No me pude resistir. Cogimos un taxi y fuimos a su casa, al llegar me dice espera un momento, y me deja sentada en un sofá, pero ni por un momento recordé mis cinco años de casada. No tardó en volver y me dijo: ven, me cogió de la mano y me condujo hacia una habitación con la puerta entornada de la que salía una luz tenue. Entonces me dijo: Te voy a presentar a mi madre, y yo dije: ¡Qué! Y salí corriendo.

miércoles, 2 de marzo de 2011

ESTAMBUL


Aquí estoy en Estambul, en el Palacio Topkapi con el calor agobiante y gente por todas partes que, afortunadamente, no aparecen en la fotografía.

Así en plan general hay que decir que agosto no es el mejor mes para ir a Estambul, hace un calor asfixiante y sólo se está bien por la noche como coincidió que fuimos en Ramadán pues la gente estaba hasta las mil en los parques en grupos grandes y era muy agradable pasear, si te quedaban fuerzas después de todo el día. Otro inconveniente de este mes es la cantidad de turistas por metro cuadrado que puedes e
encontrar.

Antes de ir al viaje me leí Estambul de Omar Pamuck, es un libro de ensayo y a veces se hace pesado pero luego disfruté mucho viendo todo lo que él describía e intentando comprender in situ sus reflexiones.

Una cosa a destacar de la ciudad y sus monumentos es que son caros, merecen mucho la pena pero comparando los precios de las tiendas y restaurantes con los de los monumentos, estos son verdaderamente caros, aproximadamente 20 liras turcas cada uno. Los transportes funcionan bastante bien aunque en la ciudad la circulación es muy complicada, los autobuses llevan las puertas abiertas en verano, jeje.

De comidas típicas recomiendo el ayran, el desayuno turco, la pasta turca, el bocata de sardinas del puete Gálata, los kebab, etc. El café turco es curioso pero no se puede meter la cuchara para remover (costumbre muy española) porque entonces suben los posos y ya la has armado.

Nosotros estuvimos muy poco tiempo y fuimos sin parar de un lugar a otro pero yo recomendaría un mínimo de 5 días para disfrutar de la enorme ciudad y poder pasear por sus barrios. Si se tiene más tiempo se puede coger el barco que va hasta el mar negro y visitar los pueblos de pescadores.

Llegamos al aeropuerto Atatürk bastante tarde pero aún había metro, lo malo es que cuando quisimos hacer el trasbordo ya no había tranvía y tuvimos que coger un taxi. El tío nos dejó literalmente tirados en una calle, dijo que estábamos cerca del hostal pero luego resultó que nadie conocía la calle... un rollo, realmente no había razón para tanto lío porque la calle salía de Divan Yolu. El hostal era Cordial House, no estaba mal de precio y el desayuno era típico turco: té (chai), tomate, pepino, queso, aceitunas y pan, creo que también tenían mantequilla y mermelada. El hostal estaba super céntrico, cerca del Palacio Tokapi y las mezquitas más importantes, en un barrio muy majo con un montón de puestos de zumo de naranja baratísimos y con tranvía en la puerta. Además, para volver al aeropuerto tienen un servicio de minibus bastante económico.

Las cosas que considero fundamentales de Estambul son:
- Coger algún barco: ya sea de línea (como si fuera un autobús) o de turistas, las vistas desde el cuerno de oro o desde el Bósforo son preciosas. Si se coge un barco turístico no hay que perderse el atardecer.
- Ir a todas las mezquitas posibles, todas son muy bonitas y cada una tiene su encanto, además las menos turísticas son más interesantes porque puedes verles rezando. Eso sí, hay que llevar calcetines y algo para taparte la cabeza y las piernas en todas ellas. En algunas tienen para dejarte ellos pero es mejor llevar algo tuyo.
- Iglesia Kariye, son los mosaicos bizantinos más impresionantes, es una iglesia pequeñita y cerca de la muralla de Estambul, también hay cerca un castillo en ruinas. Merece muchísimo la pena acercarse hasta allí. Podéis aprovechar la visita a esa zona para ver el Acueducto que también es curioso porque allí aun pasan coches debajo, de hecho creo recordar que era casi una autopista. Esta zona es menos turística por lo que está muy bien aprovechar para pasear por allí.
- Cisternas: Son preciosas y muy refrescantes en verano, un remanso de paz. Creo que a veces hacen conciertos allí, eso debe ser precioso pero yo no coincidí con ninguno.
- Al otro lado del puete Gálata hay una zona muy occidental que merece visitar por el contraste con las otras zonas de la ciudad, creo que la parte asiática también es así pero no tuve ocasión de ir. Al final de la calle Istikistal encontramos una plaza donde empieza la zona occidental.
- Evidentemente la visita tiene que incluir el Palacio Topkapi, los bazares, la Mezquita Azul, Santa Sofía, Mezquita Suleyman...

Es toda una maravillosa experiencia.

martes, 1 de marzo de 2011

SOLTAR UN LIBRO

El otro día mi madre me dió un libro que había encontrado en la calle, en la parte de atrás aparecía el nombre de la persona que lo había leído previamente. El libro en cuestión es "Riña de gatos" de Eduardo Mendoza, una edición de tapa dura, no tengo mucho que decir sobre su lectura era entretenido pero creo que no está muy conseguida la novela inmersa en tantos hechos históricos un poco inconexos.

El caso es que evidentemente deseo devolverlo a donde vino, aunque la novela no sea la octava maravilla no me gustaría que acabara en la basura por lo que estoy meditando mucho dónde dejarlo. Un banco es el sitio ideal porque allí se sienta alguien y puede ver que el libro no se lo ha dejado nadie olvidado sino que está allí depositado. Sobre esto último me han aconsejado dar una explicación en un post.it por si la persona no sabe que esto es una práctica relativamente habitual.

Antes de verano ya me encontré otro libro, "Vacaciones en Roma" de Odette Ferry, pero el caso era distinto porque no había ningún nombre escrito, probablemente sí fue un olvido. No recuerdo donde lo encontré pero lo leí en un trayecto de autobús a Donostia y lo dejé allí, en una plaza. El libro que tengo ahora entre manos parece que alguien lo ha comprado con la intención de que sea un libro que va de mano en mano y no quiero ser yo la responsable de impedirlo.

Veremos en qué acaba la cosa...