Esta bitácora es un sencillo reflejo de ideas, reflexiones y experiencias

viernes, 13 de abril de 2012

MUDANZA DE UN CARACOL

Ahora que ya me siento de nuevo en mi CASA puedo analizar las emociones que he tenido estos días de mudanza. Tenía una sensación de estrés e intranquilidad que no compartía, Pablo, la persona que me acompaña en la vida. Me he dado cuenta de que para mí (y para mi tranquilidad mental) el espacio en el que vivo es muy importante.

Esta sensación ya la tuve hace tiempo cuando vivía en otra casa y una vecina me amenazó con tirarme por las escaleras. Hubo una confusión ya que ella pensaba que tenía la tele a todo volumen pero yo ni siquiera tenía este aparato en casa. Al final se aclaró todo, pero tener esta experiencia en mi propia casa me produjo una sensación de vulnerabilidad, indefensión y miedo muy profunda, es como si las paredes de la casa fueran como tu propia carcasa y te sintieras amenazado cuando estas peligran. Lo que me afectó tanto en aquella ocasión no fue la amenaza sino el lugar en el que se produjo.

Algunas personas no tienen este apego a su espacio y pueden vivir durante meses en cualquier lado, quiero decir personas que eligen este modo de vida voluntariamente. Supongo que esas personas son más libres e independientes, está claro que yo tengo mis limitaciones pero creo que puedo convivir con ellas felizmente, incluso naturalmente, como un caracol.

Un caracol avanza lento pero seguro y puede resguardarse fácilmente cuando vienen los problemas. También es cierto que se perderá algunas experiencias ya que no está tan expuesto a los acontecimientos.

En cualquier caso, en estos momentos, desde la tranquilidad del hogar, ¡me gusta ser un caracol!

viernes, 20 de enero de 2012

MUDA

MUDA
La fuerza de su mirada lo decía todo, su interlocutor comprendía perfectamente que de nada serviría intercambiar palabras con ella. Algunas personas se dirigían a ella pues sentían una incomodidad insoportable con el silencio y la tristeza hueca que desprendían sus ojos, sin embargo, todos comprendían que era en vano. Ningún sonido salía de su boca, ella había decidido dejar de hablar 4 años atrás, cuando se dio cuenta de que nada de lo que pudiera decir cambiaría la realidad, Manu había muerto y no volvería jamás. Las palabras se habían borrado de su mente y habían sido sustituidas por un manto negro, sin transparencia alguna, absolutamente tupido y capaz de envolver cualquier pensamiento. La tristeza la había convertido en un ser sin lenguaje ni intenciones ni deseos, ya sólo estaba en el mundo. Ni siquiera había tenido palabras para construir el pensamiento de acabar con su vida.

viernes, 11 de noviembre de 2011

LA SONRISA

Hace mucho tiempo en un curso de introducción al voluntariado, una mujer comentaba como había tomado la actitud vital de sonreir a la gente. Había decidido que no costaba nada hacer la vida agradable a los demás a través de una simple sonrisa y de aceptarlos como personas, creer en su dignidad innata sin más. Sus palabras me impresionaron porque noté que era un cambio de actitud real que había tomado, y no sólo algo que se piensa en teoría o que se dice para quedar bien. Con el tiempo no me he quedado sólo con eso, me acuerdo de ella muy amenudo cuando me encuentro con gente que confirma su teoría o con personas que hacen todo lo contrario.

Hoy he tenido una dosis de ambas cosas, primero he pasado buena parte de la mañana con Kata, una chica alemana que es toda energía y sonrisas con la que nunca se acaba la conversación ni los buenos propósitos, una persona que se ríe de sus malos momentos y disfruta los buenos. Posteriormente, he tenido que lidiar con una funcionaria de correos que ha decidido declararme su enemiga, aunque ella en otras ocasiones había sido muy amable, ha hecho su trabajo pero con tanto desprecio que casi me hace llorar. Cuando ya me encontraba lejos de la oficina aún me apetecía haberle preguntado qué le había hecho yo para que me tratara así, me encantaría tener algún día el valor de hacerlo.

Evidentemente, no siempre se puede ser agradable porque hay circunstancias personales que te lo impiden pero intentarlo por defecto creo que es muy buena idea. Al pensar en la sonrisa pienso en la más inocente que conozco, la de mi sobrino Diego, que te sonríe simplemente por ser un humano que interactúa con él, de hecho más que sonreir se parte de risa por disfrutar de ti. Sería maravilloso que todos conserváramos (o hayamos vivido alguna vez) esa risa para comunicarnos con el mundo. Yo tiendo al pesimismo con facilidad, cuando algo me sale mal empiezo a verlo todo negro y me vendría muy bien recordar que simplemente compartiendo un rato agradable con los demás ya se ven las cosas de otra manera.

Propongo la sonrisa como punto de partida.