No sé si contarlo, es difícil de decidir, al poner las cosas por escrito aclaras la mente, pero también tus palabras quedan fijadas en el papel, expuestas a los ojos indiscretos. Algunas veces me pregunto por qué me relaja tanto escribir, este es el motivo de que me encuentre en esta disyuntiva.
Bueno, comencemos diciendo que él tenía cuerpo de gimnasta y que eso lo complicó todo, sus hombros eran anchísimos y su tripa plana y dura. Yo no fui la que comenzó, él se acercó a pedirme fuego, yo le recordé que ya no permitían que se fumara en los bares y, a continuación, me besó. No me pude resistir. Cogimos un taxi y fuimos a su casa, al llegar me dice espera un momento, y me deja sentada en un sofá, pero ni por un momento recordé mis cinco años de casada. No tardó en volver y me dijo: ven, me cogió de la mano y me condujo hacia una habitación con la puerta entornada de la que salía una luz tenue. Entonces me dijo: Te voy a presentar a mi madre, y yo dije: ¡Qué! Y salí corriendo.
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